jueves, 18 de agosto de 2011

El monte

El monte. Se presta a que uno se embeba de paisaje natural a uno y otro lado. Al aire puro, al agua verdadera nada más abrir el grifo. Una ensalada con productos de la huerta. Comidas con muchas calorías. Se presta a que uno salga con el frescor de la mañana a correr y, cuando decida que ya ha cumplido con el trecho propuesto y desee hacer lo que queda de recorrido caminando, tenga que abanicarse con unas cuantas ramitas de hoja larga para ahuyentar los mosquitos que se ceban con la cabeza de uno cual enjambre. El monte se presta a lecturas, plácidas, estudio tranquilo y sueño suave. A paseos cuando el sol pierde fuerza. Al recuerdo. A la humanidad salvaje. En verano.

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