Los ojos inmersos en tu ferviente presencia, admiro tus
gestos, me embeleso con las sugerencias de ese cuerpo vestido. Sí,
observándote, te deseo, pero tú me ofreces un striptease invertido: desde el
timbre de tu voz susurrante, que me invita a acercarme un poco más, quizá
provocándome a olisquear las esencias con que has perfumado tu cuello, hasta
esos ojos de un azul que refleja el frío clima que envolvió tu entrada a la
vida en la lejana Patagonia chilena: ojos y voz, voz y ojos que me lanzan el
mensaje de un cercano gesto. El gesto de cubrir ese jersey verde oliva que
esconde una blusa blanca estampada... el cuello de la prenda cincelado bajo tu
confiada cara… con el abrigo y desfigurar ya tu silueta a mi percepción para
esfumarte con un silbido que provoca, mujer insolente, una cicatriz en las
esencias incorpóreas de mi sentimiento.