sábado, 25 de agosto de 2018

Paraíso distante



Un  lugar tranquilo. Verde hierba alfombra la tierra habitada. Tan sólo se ve la huella del veloz progreso en el camino que ha creado el transitar de coches hasta este apartado lugar. Me acerco al agua, procurando aliviar la angustia de mi soledad, y el chorro cayendo de la fuente me hipnotiza por momentos. Luego, sacio mi sed, absorto en el frescor del agua. Podría quedarme por un tiempo indefinido en este paraíso distante de la civilización. Arrancar las raíces que me unen a ella: olvidar y emprender un nuevo camino. Pero mi corazón palpita, revigorizado por el agua natural, la memoria despierta y, tras una intensa reflexión, emerge con toda su fuerza desde mi interior el sentido de la responsabilidad. Que me une a una vida alejada de campos verdes y aguas puras.

lunes, 20 de agosto de 2018

Juego de los sentidos



Sonido de fondo: una pelea doméstica. Escuchada mientras uno pretendía acicalarse ante el espejo. Aquello que llaman embellecerse. Ante ese espejo, el cabello húmedo por el agua del peine, y los ojos ejercen de imitadores en ese juego de los sentidos que, desde el sonido del tormento, invoca la tormenta de unos ojos que todo lo ven: caen gotas de un iris húmedo recorriendo la cara por las mejillas.

Despiertas de repente y no ves tu cabello revuelto, ni te haces todavía consciente de la larga siesta. La tarde ofrece sus últimas horas de sol, del salón se escucha vagamente una película musical acompañada de comentarios alegremente escandalizados. Y te llega el impacto del recuerdo del sueño, donde poca cosa era armonía. La historia de la vida privada de las personas, te dirás quizá, plagada de tormentas ocultadas como si de furtivos se tratara, cuando de heridos humanos trata la cosa. Así pues, felicitándote de estos instantes de armonía en los que más que un protagonista ausente, eres un actor mudo y atento, te acercas al salón a reunirte con los tuyos. Alejándote del recuerdo de la tormenta y entrando en una melodía alegremente escandalizada.