jueves, 25 de julio de 2013

Grato y asequible

Una niña sale a la calle en Arabia Saudí. Camina, corre, el viento y sus movimientos le agitan el velo, despreocupada, feliz. La pantalla no desprende grandes efectos especiales: imágenes de un portal, escenas en un colegio, una tienda, algo de la ciudad, poco más.

El mensaje de la película es un llamamiento a la libertad de la mujer, no muy rimbombante: el derecho a tener inquietudes, quizá un poco picarona, de hecho graciosamente picarona. Quiere tener una bici para echar una carrera a su amigo. Su título, La Bicicleta Verde.

Cuando dejas pasar un tiempo desde el estreno de las películas, queda un poso que son los pequeños cines de culto que con sus salas modestas nos proyectan las películas que ya no tienen tanto bombo a precios amables. En tiempos de crisis se agradece saber que la cultura, algo que enriquece tanto, no tiene por qué ser cara. Sin embargo a uno le queda el vacío de no poder ir al teatro o a un espectáculo de danza con más asiduidad: los precios suelen ser prohibitivos. Cultura de lujo, cultura universal. Un buen libro cuesta poco, la música, según,  también. La vida pasea por la calle y sus ojos ven vestidos y actitudes: el estímulo a la imaginación es grande y la humanidad se convierte en un acervo cultural de lo más natural que luego empalmará con esas obras de arte que nos hablan sobre la vida.

jueves, 18 de julio de 2013

La belleza

Supongo que de aquello de que la belleza está en el interior uno se da cuenta si madura un poco. A nadie se le escapa que hay un culto a la belleza física, que incluso se confunde con la virtud intelectual, que llega a convertirse en un mito cegador.

Sin embargo es cierto que un hombre rollizo, una albóndiga de hombre, puede pasarse la tarde jugando tan feliz en la playa con toda la panda de hijos y sobrinos, dar felicidad con sus comentarios a los acompañantes adultos, quizá por cierto carisma, y todo ello habiendo resultado bastante decepcionante a primera vista.

Una mujer puede tener la cara atravesada por una cicatriz derivada de qué sé yo qué accidente, o estar coja, incluso haber perdido una pierna, y ser completamente virtuosa (Qué evidente, ¿verdad?). Sin embargo, cuando nuestra mirada cruza su anatomía con la de otra mujer algo más despampanante no es extraño que la mirada se nos vaya y la imaginación se convierta en virtud. No nos engañaremos diciendo que la belleza física no es hermosa, pero recuerdo aquellos cuadros de Lucien Freud en que los cuerpos salen tal y como son en realidad, sin disfraces o sacrificios excesivos.

Todo esto viene a cuento en fin para decir, una vez más, que la belleza es todo un atributo físico, pero que con su naturalidad se encuentra especialmente en el interior.

jueves, 11 de julio de 2013

Disfrutar del verano

Con el verano, mucha gente ve entrar en su estado de ánimo una felicidad derivada de días más largos, vacaciones cercanas o ya presentes, jornadas intensivas... Sin embargo, luego llega el momento en que el día empieza a ser más corto, la temperatura más ligera (si bien este año estamos viendo cómo se revela contra las más lógicas predicciones para el estío), y una ligera tristeza por el carnaval que se esfuma aparece.

Pero no es todo tan malo, al menos para mí. El calor del verano está bien un rato: odio las temperaturas tan altas, los sudores, no poder caminar por la calle tranquilo hasta la encantadora media tarde en que la brisa hace acto de presencia. Hecho de menos algún aguacero, una camisa de manga larga. Con lo tonto que insinuaba que se está poniendo este verano es posible que logremos esa fiesta de mezclar las temperaturas calurosas con otras más moderadas y algunas lluvias.

En cuanto a las opciones para las fiestas, a veces más que un hotel en la playa quien se lo pueda permitir, apetecen cosas más cotidianas como una obra de teatro, una cena en la terraza de casa si tienes terraza (no nos pongamos catastrofistas pensando en la casa, intentemos pensar que estamos de vacaciones): buena compañía, disfrutar de tu ciudad, pasear mientras arreglas el mundo conversando con tu acompañante. Disfrutar de los placeres del cariño, ser lascivo. En fin, que también es la época para un buen libro y no necesariamente hay que gastarse dinero para disfrutar de la vida.

jueves, 4 de julio de 2013

Estímulos

Lindas con una zona deprimida, un lugar donde los sueños son la picardía soez y maleducada. Más bien pillería. Los negocios cutres, los bares donde descansa la prostitución, quizá aprovechando para convertirse en escaparate. Pocos sueños de nobleza. Pero allí, en lo más recóndito de la falta de esperanza, descansa un edificio que estremece con las imágenes de un Hamlet hablando en su inglés original. Quien quiera disfrutar de perlas de antaño tendrá que mezclarse un poco con este lado de la realidad social. Quizá tenga alguna arcada o miedo mientras espera para entrar en su sesión, pero una vez dentro gozará de lo que sus vecinos quizá desconozcan: la magia de la cultura.

Esta vez fue Hamlet. La longitud de la proyección en blanco y negro hacía pensar que se podía convertir en un visionado muy pesado. Sin embargo la trama arranca, las imágenes son bellas, la música entra en su justo momento, la cámara está bien situada y los decorados, a medio camino entre lo teatral y lo cinematográfico, juegan bien con los personajes que se esconden y aparecen. La película, de Laurence Olivier, conmueve y estremece. Es un encuentro con la humanidad que no obliga a hermanarse con la sordidez que encontrarás al salir del edificio. De hecho, en la sala hay más de un pedante. Sin embargo, de una manera o de otra, la película ha puesto su semilla en el público; pero tardarán en las calles colindantes en tener la posibilidad de inquietarse por un acontecimiento así. Quizá su espectáculo sea simplemente ver a la fauna que entra y sale del edificio mientras ellos permanecen en la inopia. Hace falta cultura que despierte la inquietud, y para ello hacen falta estímulos y posibilidades. Pero parece que le importa tan poco a un paquistaní de los que frecuentan la zona como a quienes podrían darles estímulos y posibilidades. Más de dos horas y media. La película me pareció maravillosa.