domingo, 6 de abril de 2014

Tú y yo


Tantos, tantos años creyendo que tenía que llegar a ser alguien en la vida, una persona distinta a lo que soy, quizás difuminada, partida o completa, no sé, pero dentro del marco social establecido. Tantos, tantos años dudando de la identidad, cargando con sufrimientos y desengaños; ensayando el amor de mil maneras, con respuestas de desamor y desaires. Fueron años en los que mantenía presentes las brumas de mi mente, como algo real, para darme cuenta ahora de que estaba equivocado.

Fue un arrebato y un posterior encuentro, las presunciones ya obsoletas… sólo quedé, embelesado, pero aún así cometí un traspié con el bien más preciado, pero fuiste tú quien aportó un nuevo camino de vida, me trasmitiste tu temple, tu firmeza, tus temores sin vergüenzas. Con toda esa picardía de la buena mano femenina, fuiste despojándote lentamente como las capas de una cebolla. Nada de descubrir el pastel a la primera.

Un buen día descubrí que me querías.

Tras nuestro habitual café, descalzos sobre la tierra de Central Park, cayó mi venda ante tu feminidad para ver la real identidad, a la mujer que tocaba la fibra sensible con una pureza que jamás había experimentado. Y recuperé las sensaciones, ya añejas, de juventud escuchando tu vitalidad, ingenio, picardía y brillante luz.

Te lo dije, el amor está en curso y el deseo es presente. Sabiendo como sé ahora y con certeza que el amor me ha tocado.


Miro adelante, al futuro y sé que disfrutaré de tu sonrisa en lugares sencillos. Me rodearás de gentes ansiosas por vivir, artistas y bohemios que resuenan ya en tus aventuras; me acogerán en su pequeño mundo gratuito de cafés, sillas reunidas y genios creativos. Cruzaré la noche con gastos menores, dejando atrás la época en que necesité el oro y el moro para gozar de un... tú eres mi capricho, la palabra que no me pide profesión ni posesión. Eres la carne que quiere gozar mi mirada. Quiero volar hacia ti, que me invitas desde el no te pido nada, tocándome el corazón de felicidad.



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