Motocicletas
de gran cilindrada, ambulancias, coches de policía. En el exterior, más allá de
las paredes que forman su vida doméstica. Y, sin embargo, ¿qué es esta?
Disputas, heridas emocionales que amenazan con llegar al desafío físico ¿Y qué
genera? Intranquilidad, desasosiego. La incapacidad para caminar por la calle
con paso firme, incertidumbre sobre sus propios proyectos ¿los hay? ¿no se han
resquebrajado ya?
Sin
horizonte, el caminante camina conducido por una inercia que lo va liberando de
lastres: suelta el petate, sus suelas se desgastan, los pantalones van quedando
raídos, con algún agujero. Hace alguna chapuza aquí y allá para poder comer,
beberse una cerveza fresca y no dormir al raso. Y, a medida que se aleja, va descubriendo
que no hay trasiego apenas: atravesando el bosque, olvida las motocicletas,
ambulancias y coches de policía. Se sienta junto a un remanso de agua, saca su
bocadillo y llena la cantimplora de agua fresca que bebe con gusto. Tras la
comida, se apoya sobre un tronco acolchado por su abrigo, tranquilo, sosegado.
Duerme profundamente y nadie le despierta de la paz de sus sueños, que es tan bella
como la sencillez que encuentra al despertar.
Guauhhhhh qué bonito!!!!
ResponderEliminarMe alegra tu entusiasmo. Muchas gracias.
ResponderEliminarEste bonito texto me hace preguntarme ¿Otra vida es posible?... quizás más tranquila, sin tal como tu dices, tanto lastre.
ResponderEliminarMe alegra que hayas llegado a esa reflexión. Me parece una buena lectura del texto. Resulta gratificante.
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