jueves, 6 de marzo de 2014

Ingenio

               
  Existen en nuestro tiempo historias que nos templan la percepción cruda, directa y salvaje de la realidad en las películas que vemos en el cine o la televisión, de mayor o menor calidad, dándonos, con ello, una mayor o menor distorsión en nuestra percepción de la realidad de la que a veces huimos con ellas y, a veces, tratamos de comprender. Entre las historias que desde tiempos remotos cumplen esta función en las sociedades, imperaron primero las narraciones orales, las pinturas rupestres…

Sin embargo, si bien es cierto que la comodidad del sofá, una buena butaca en el cine o qué sé yo qué facilidades más dan la posibilidad de dar un par de vueltas al mundo y, dentro de la fábula en que estamos inmersos viendo quizá un simple telefilme, como receptores que somos, quizá fabular también a su vez organizando el mundo de esta o aquella manera… si bien todo ello es cierto existe la realidad de que cuando tenemos que recurrir al ingenio, este obra milagros. De tal modo, no sé bien si el natural estado cultural en que vive extendidamente nuestra sociedad es de por sí suficiente, o si realmente, la propia vida y por ende la propia cultura son más propicios a encontrarse con el, peligroso, estado natural de las cosas, hacer de la lucha ingenio, y de ahí, habiendo aprendido los sonidos antes que el abecedario, remontarse ya a los elevados estratos de la cultura. En caso contrario, temo que el espectador o el lector incurran en una irrealidad excesiva, y el artista o el intelectual en una pura abstracción, un excesivo análisis o, simplemente, en pura pedantería.   

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