jueves, 13 de marzo de 2014

Viaje

Motocicletas de gran cilindrada, ambulancias, coches de policía. En el exterior, más allá de las paredes que forman su vida doméstica. Y, sin embargo, ¿qué es esta? Disputas, heridas emocionales que amenazan con llegar al desafío físico ¿Y qué genera? Intranquilidad, desasosiego. La incapacidad para caminar por la calle con paso firme, incertidumbre sobre sus propios proyectos ¿los hay? ¿no se han resquebrajado ya?

Sin horizonte, el caminante camina conducido por una inercia que lo va liberando de lastres: suelta el petate, sus suelas se desgastan, los pantalones van quedando raídos, con algún agujero. Hace alguna chapuza aquí y allá para poder comer, beberse una cerveza fresca y no dormir al raso. Y, a medida que se aleja, va descubriendo que no hay trasiego apenas: atravesando el bosque, olvida las motocicletas, ambulancias y coches de policía. Se sienta junto a un remanso de agua, saca su bocadillo y llena la cantimplora de agua fresca que bebe con gusto. Tras la comida, se apoya sobre un tronco acolchado por su abrigo, tranquilo, sosegado. Duerme profundamente y nadie le despierta de la paz de sus sueños, que es tan bella como la sencillez que encuentra al despertar.

4 comentarios:

  1. Guauhhhhh qué bonito!!!!

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  2. Me alegra tu entusiasmo. Muchas gracias.

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  3. Este bonito texto me hace preguntarme ¿Otra vida es posible?... quizás más tranquila, sin tal como tu dices, tanto lastre.

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    1. Me alegra que hayas llegado a esa reflexión. Me parece una buena lectura del texto. Resulta gratificante.

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