jueves, 16 de enero de 2014

Sueños

Los sueños, sueños son. O eso decía Calderón de la Barca. Sin embargo, en nuestro contemporáneo mundo, ¿quién no tiene sueños recurrentes que se reproducen en sus pensamientos diurnos, como si fueran dando una señal, una guía, recuerdo y significado al camino de nuestra vida? Aquel que enlaza, nuestro pasado, aquello que somos ahora y lo que llegaremos a ser.
En buena medida, esa llama despierta en la noche de nuestros sueños, nos permite seguir al acecho de nuestras esperanzas, cuando el vago día distrae nuestra atención, procura desviar nuestra brújula y nosotros nadamos contra viento y marea, quizá con algún codazo, hacia aquello que, no sabemos bien qué ni cómo, vivimos en nuestra energía primaria, sin apenas pasar por el filtro del pensamiento salvo por matices de alguna reflexión o el clavo en el suelo -por fin clavamos la bandera- de alguna idea clara y translúcida. Y mientras vamos viviendo, seguimos soñando, y tenemos, a veces la vaga, a veces la cercana esperanza de que eso puede llegar a hacerse realidad. Porque quizá, un buen día nos lo olemos ya cerca, y otro, sucede.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho esta entrada. Los sueños como deseos o esperanzas; quien no los posee no vive bien, no disfruta del camino, su vida se torna monótona y aburrida, nada se anhela, nada se espera y se vive por inercia.

    Los sueños son claros o no tan claros, indicativos de nuestro inconsciente, en ellos están todas nuestras preocupaciones y ocupaciones, e incluso las soluciones a nuestros conflictos. Hay un libro muy bueno sobre ellos de Luis Cencillo, Los sueños y sus Verdades que recomiendo.

    Saludos y a soñar mucho.

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Tomo nota del libro y procuraré seguir con sueños fecundos. Un abrazo.

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