jueves, 30 de mayo de 2013

Humanidades

La música pop y rock tiene aquello de alegrarte con unos ritmos y voces que se suelen seguir sin un excesivo esfuerzo y a veces con mucha facilidad. En el caso de la música pop, incluso en el caso de la buena música pop, te envían un mensaje optimista con fuerza o simplemente pretenden hacerte pasar un par de minutos agradables quizá tarareando la canción, en un inglés que apenas entiendes muchas veces.

El caso de la música clásica me parece diferente. Aunque quizá te llegue a dar más placer que la pop-rock, supone un esfuerzo de implicación y una dedicación en cuanto a tiempo que no requieren las otras. Mientras unas duran tres o cuatro minutos y son acompañadas por una voz muy reconocible, las piezas de música clásica son más largas o mucho más largas. Sin embargo, quizá, estas últimas se acercan más a lo sublime y las primeras a la comunicación directa con el oyente. La música clásica, como la buena lectura, creo yo es principalmente un arte destinado a minorías. Por buena lectura quizá me equivoco y refiero algo denso y complejo. Pero no, lo cierto es que suele implicar un cierto esfuerzo que no pide el producto de mercado y que, si lo realizamos, podemos llegar a disfrutar de obras sumamente divertidas sin perder el tono artístico. Y creo, como otras muchas voces que se oyen, que es una adecuada educación que despierte la inquietud un primer y fundamental paso para cuidar eso que está tan herido hoy y se llama Humanidades.

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