viernes, 8 de marzo de 2013

Juicio propio

Seguir fielmente un medio de comunicación tiene sus riesgos. Yo, hasta hace bien poco, he seguido fielmente un periódico. Me ha aportado una información, tanto política como cultural, que en gran medida agradezco. Lo he seguido incluso a costa de saltarme los telediarios. Ahora, cuando relajarme ante la tele un rato me resulta más sano que leer el periódico contra reloj, noto que una salvaje libertad de conciencia, aquella no condicionada por los telediarios, más sensacionalistas pero más suaves, aflora dejando aparecer un criterio propio, que no sigue línea política alguna y que es libre de hacerse los planteamientos más peregrinos. Sin embargo, hecho de menos ciertas crónicas, ciertas firmas y cedo ante la necesidad de comprármelo el día que sale el suplemento cultural. El escritor William Faulkner recelaba de la crítica literaria de su país, EEUU, y yo entiendo ahora, a pesar de todo, por qué un o una librera experimentada emite un juicio propio que le hace discrepar de la opinión que uno se había establecido tras tanta prensa.
Lo difícil, en mi opinión, es crearse un mapa intelectual y emocional de ideas y referencias. A partir de ahí, uno puede salirse del tronco que es su particular cultura oficial para seguir una senda propia, original, suya más que nunca. No me imaginaba que fuera a devorar Últimas Tardes con Teresa embelesado a estas alturas. Pero aquí estoy, con un mapa sobre la mesa que empiezo a explorar.

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