Qué será más importante, dejar la mente en blanco tan solo guiada por el flujo de la respiración que vaya produciendo un efecto de progresivo autocontrol, seguridad en uno mismo; o seguir la estela de Sócrates, que nunca escribió nada y en cambio era un gran conversador, creador de ideas inspiradas, reflejo de lo humano por réplica al interlocutor y, en fin, espontáneo. Yo veo su figura cercana a la de Shakespeare, que también nos acerca a la espontaneidad de las relaciones humanas, a la imprevisibilidad y la sorpresa. Ambos fueron grandes hitos en la Historia de la humanidad tan solo por su existencia.
Quizá plantearme el tener que elegir entre lo uno y lo otro sea que todavía no se ha profundizado lo necesario en el diálogo entre occidente y oriente. Y, en este mundo que se nos presenta tan globalizado e intercultural, quizá esté llegando el momento adecuado para tal diálogo. No en vano ya se ve cómo cala el tai chí o el yoga en ciertos perfiles, pero yo no me refiero a un debate quizá todavía un poco alternativo y friki, sino en un a un transparente intercambio y flujo de ideas que, a su vez, nos permita conocernos un poco más entre todos. Pasadlo bien hasta nuestro próximo encuentro en esta pantalla. Un abrazo cibernético.
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