viernes, 6 de julio de 2012

El hábito del deporte

He tenido temporadas de deportista y, largas, temporadas de sedentario. He estado en forma y he estado redondo. Ha habido épocas en que con la sola actividad del día ya me sentía bien. Sin embargo, últimamente me he ido concienciando de lo saludable de hacer deporte, quizá por una neura temporal, quizá por una extraña forma de madurez. Escritores como Philip Roth, Haruki Murakami o nuestra más cercana Soledad Puértolas declaran que el deporte ocupa un importante lugar en su vida cotidiana: forma parte de su rutina. Tras algún tiempo haciendo deporte moderado, siento cómo mi energía física aumenta al realizar el ejercicio, y cada vez voy más disparado en lo que puede ser nadar, mirar entre los compañeros circunstanciales de actividad, mirar más allá hacia donde llega el rayo de sol en el lado más escondido de esta piscina cubierta y, al acabar, relajarme todavía con el cuerpo en la piscina, mirar en derredor, espabilar y, tras una ducha, regresar a casa. Me hace sentir vivo, activo, y, no lo vamos a menospreciar, me veo más guapete, que es lo que buscan los "lobbies" de mi entorno afectivo cuando me dan la paliza para que haga ejercicio. Al final les tendré que dar la razón y aspirar a que un cuerpo sano lleve a la mente sana que pueda desarrollar una actividad literaria de calidad, emulando a mis admirados escritores distinguidos.

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