viernes, 13 de julio de 2012

Gozo

En estos tiempos veraniegos, de nocturna vitalidad o sauna en el dormitorio, la música se convierte en protagonista. Una sencilla canción, pop ligero, dance o con ciertas pretensiones de autoría nos alegra el baile o el sueño y de madrugada nos sorprendemos con el fin de la fiesta o desenchufando el auricular del teléfono desde donde escuchábamos la radio.

El lado opuesto, a mi modo de ver, es aquel en que vemos al personal enchufado todo el día, calle a través, a sus auriculares, perdiéndose la atmósfera natural de la muchedumbre, aislado.

Lo dicho anteriormente es una forma de evasión que he encontrado yo, fuera de mis exigencias en otros ámbitos como la literatura, donde busco la profundidad que, siendo ortodoxamente consecuente, quizá debiera buscar en la música  a través de la música clásica. Otros tendrán evasiones en la tele o libros ligeros. Quizá revistas de cotilleo. Todo vale pero, por favor, no nos olviemos de mantener nuestro patrimonio cultural porque, en mi recuerdo, no se me ocurre mejor modo de entretenimiento que asistir a una representación teatral de El Sueño de una Noche de Verano, de Shakespeare o una buena película.

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