viernes, 6 de marzo de 2015

El príncipe y la rosa


Unos ojos inconformes con el amor, quizá algo rebeldes, buscan día y noche, a través de calles, mercados, colas de cine y pubs con cierta aureola, un gesto, una palabra atrevida que les apunte certera. Buscan la frescura entre fértiles y lozanos cuerpos jóvenes, y sienten atracción por la madurez sedimentada de una inteligencia elaborada en rostros más transitados.

Percibe, el individuo que luce esa inconforme mirada, como una posibilidad de la madurez lúcida tras los desengaños de la fantasía prometida, que puede caer en la tentación de hacer suyo el lema de que en la variedad está el gusto. Cuando ve una sombra que le atrae hacia la realización de la ingenua pureza añorada y, creyó, perdida, su atención despierta a esa promesa de ternura, equilibrio, afecto y lazo. Camina, por un sendero con múltiples ramificaciones, buscando la senda oscura que le llame hacia esos significados dispersos aún: el libro de tu interior leído por ella. Porque sobre el papel acabará cayendo la lluvia, y quedará en papel mojado: más vale que se humedezca por lágrimas de amor que desdibujen las letras escritas con dedicación dejando que, ese sentimiento de tristeza o exaltada alegría ajena por nuestra voz tintada, penetre en nuestro interior.


Por un feliz encuentro con esa flor.

5 comentarios:

  1. Intenso y muy bien escrito.

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  2. Muchas gracias, me alegro de que te haya resultado gratificante la lectura. Un saludo.

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  3. La sensibilidad del texto expresa el alma noble y la profundidad que te caracterizan. Además de bien escrito.
    Un abrazo. Eli

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  4. Muchas gracias por ese aprecio y cortesía que te caracterizan. Como decía Rick, querida Marlene, creo que estamos ante el inicio de una bonita amistad. Un abrazo, Edu.

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