jueves, 3 de octubre de 2013

De la ignorancia a la sabiduría

Es curioso cómo funcionan las relaciones entre el hombre y la mujer. Un tipo con la estela de una larga relación truncada que quizá le haya dejado dos o tres hijos puede dar tumbos a un lado y a otro, y aprender de ello a base de palos y el encuentro de un centro final. Mientras tanto, una persona más agradable a la opinión común, puede pensar sin dudar que su vida es feliz porque tiene una relación estable con una mujer tal vez virtuosa, ya que hablamos de la virtud la semana pasada, tiene un trabajo estable, cocina, recoge bolets en el monte y se considera responsable. Esta misma persona puede declarar entusiasta con un sentimiento triunfador que está pensando en tener un hijo. Y todo ello sin haberse planteado si quizá le convendría descubrir a más mujeres o su condición sexual, dando por sentado que sigue la heterosexualidad que tanto gusta a sus padres que le invitan a comer cada fin de semana.

Descubramos, defendámonos y atrevámonos. Tracemos nuestro camino y dejémonos trazar por éste, y si esta persona finalmente descubriera tras ello su amor por las mujeres las vería con mayor libertad, sutileza y sabiduría.

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