jueves, 20 de junio de 2013

Vicios

Escuché de una persona surcada por la vida, que había no obstante dejado el vicio hacía poco, que el fumarse un cigarrillo es una tentación, porque es (era, hablo de hace un tiempo, cuando los tiempos no se habían disparado. Pero bueno... sirve aún) la forma más barata de encontrar entretenimiento. Te enciendes un cigarrillo sentado junto a la ventana, pensativo, y vas viendo cómo se consume mientras juegas a echar el humo.

Sin embargo la edad deja la huella de la herida que nos ha ido dejando el tabaco y van creciendo la tos y la mucosidad, la sensación de que el tabaco no te hará nada, de que eres inmune, mengua, y un buen día, más si cabe con las políticas actuales al respecto te pones el propósito de dejarlo. Hoy es más fácil, pues: en el trabajo no se puede fumar, ni en un restaurante. "No está bien" fumar delante de niños.

Y puede que, de tanto tiempo que te ha tenido entretenido el juego del humo, cuando llega el momento de dejarlo antes de que sea demasiado tarde, el mono sea excesivo. El hábito se ha consolidado como la respiración, el mono es una sensación que no podemos desatender. Y es así como, un buen día, nos podemos llevar, por fortuna un buen susto que nos lleve a dejarlo de cuajo, por las malas una visita de las parcas que se nos llevan de una vida que hubiera querido ser más longeva. Por sí misma, pues seguramente la persona tuviera ganas de vivir; por sus amigos, compañía y cariño; por su pareja, que la quiso.

Todo esto me lleva a pensar que hoy aparece en las portadas de los periódicos la muerte del protagonista de la serie de televisión Los Soprano, a los 51 años, probablemente de un infarto ¿Obesidad? ¿Tabaco? ¿Sedentarismo? Es cierto que a veces no podemos dar abasto con todo y lo mejor es vivir lo que nos toca de vida lo más felizmente posible.

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