viernes, 16 de noviembre de 2012

El protagonista y la lectora

Hoy mi abuela materna, a la que en catalán se llama iaia; pues la iaia, cumple ochenta y seis años. Se la ve entre lanzada y algo mustia. Con los dolores y molestias que esconde su edad pero sin elevar demasiado el tono para quejarse. Planea su vida futura sin miedo a decir que, por ella, mejor que le queden un par de años. Que ella no quiere que se le prolongue demasiado la vida.

Recientemente, he leído un libro sobre un anciano, y me ha tomado el relevo ella, la iaia, para entrar en lo que a mí me llega el aroma de una conversación silenciosa con el libro. Son gentes que se entienden, el protagonista y la lectora, y, como decía antes, ella lo lee sacándole provecho a lo que puede decirle la historia de una voz anciana. Quizá, tratándose de una persona más joven, sea una lectora más protectora o condescendiente. La iaia no entiende de condescendencias y disfruta del rato hablándole al personaje de tú a tú.

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