jueves, 8 de noviembre de 2012

Católicos sí, católicos no.

Me sorprendió relativamente, pero me sorprendió, que mi admirado Miguel Delibes fuera un católico confeso, padre de una gran prole. Sin embargo, me ayudó a entenderle y a admirar aún más su integridad al recordar la última novela que escribió: El Hereje. No tiene desperdicio, y me abrió la inquietud por Lutero y Erasmo.
Un católico recalcitrante y en una línea más que aparentemente extrema me ha dejado en vilo los últimos días, cuando las elecciones de EEUU anunciaban un empate técnico entre Romney y Obama. No voy a descubrir que Obama me cae bien, así que es evidente que me llevé un alivio al saber que la mayoría de su país había elegido una línea continuista hacia, a mi modo de ver, el progreso. Queda por saber el margen de maniobra que le dejará ese Congreso en manos del partido rival que tiene la virtud de atenuar el presidencialismo de un país. Pero parece que ahora mismo los republicanos tienen que encontrar una nueva brújula.
Mañana es viernes y, acercándome a la despedida de vosotros hasta la semana que viene, os confieso que es para mí un día especial por las gratas tareas que me ocupa. Es un día de humanidad y aprendizaje. Y eso, unido al deseo de ver uno que otro día a seres cercanos, es buena materia prima para quien sueña con el arte de la novela, del cuento o de la filosofía. Que tengáis muy buen fin de semana.

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