sábado, 6 de octubre de 2018

Vida y nada



Llegada una edad temprana, las turbulencias hacen mella en el desarrollo de una persona de hermoso interior. Dudas y tormentos. Su entorno se pregunta cuándo se encontrará a sí misma, cuándo se manifestara, de nuevo, ese hermoso carácter al exterior que la aprecia. Y es, se dice, el peaje. Hay que atravesar un puente hasta alcanzar el otro lado del río, aquel en que se ha conquistado la primera madurez. Y es entonces cuando, súbitamente, descubre ese bello carácter que sus padres ya peinan muchas canas, que él mismo debe asumir retos nuevos derivados de una nueva condición, sin otro objetivo que proseguir su camino en el recorrido de la vida, de maduración continua. Disfrutando de cada suspiro y preparando el camino a los que le sucederán. Hacia el final, sólo quedará su huella en el recuerdo de un puñado de seres y, quizá en papeles y fotografías dispersos. Por último, desaparecerá cualquier vestigio de sus tormentos, amores, amistades, bailes y desesperaciones, en el ciclo de la vida para la que fuiste esplendor y eres nada.

1 comentario: