Días de tranquila soledad, vasos de agua que refresquen tras
un paseo urbano acalorado. Fuera del país de las maravillas, en cualquier caso,
quizá en la villa de una cierta alegría. La villa catalana que, aún misteriosa
para mí… quizá sean los años transcurridos, que me hacen tener el corazón
dividido entre las tierras que me dieron raíces, familiar de esta ciudad que va
dando identidad a mi interior, yo sedimentado por territorios del pasado. La
imaginación se lanza al recuerdo de los frutos del sentimiento. Y uno sabe que
existe el amor, la amistad, el compañerismo, la tristeza o el tormento.
Una lanza de hierro candente siembra nuevos espacios de
madurez en el mapa interno. Imagina uno, alguien diría que la ve, una piel
blanca, sutilmente arropada en tonos azul, con un corazón de plata que sueña
convertirse en dorado. Voz difusa en la incertidumbre de la imaginación,
sonrisa feliz y ojos marinos. Imaginación de personalidades no descubiertas,
mesura de la fantasía, esperanza, enigmas de rosa en esta villa catalana. Juego
a pensar en un paseo montañés o una conversación que desvele el brotar de la
empatía. Luego, vuelvo a mi concreto espacio en este hogar, que se ha ido
formando a través de los recuerdos constituidos como formas concretas. Seguramente,
mi espíritu haya tomado un tono humilde y refleje un corazón plateado que
aspira a ser dorado.
Encuentro con la melancolía, con sentimientos de muy adentro y hacerse paso en la vida sin saber muy bien los matices que tendrá. Besos ELi
ResponderEliminar¡Comentario muy certero! Bienvenida de nuevo por estos lares. Besos.
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