Las intermitencias de la lluvia, ahora sí, ahora no, la hacen
volar del varón esbelto y decidido al tierno sentimental; una vez es un
clarividente economista, otra un opaco administrador de fincas de quien ella
saca la luz. En ratos de actividad, cuando se encuentra con él, un día se
llamará Azul y otro Verde, se siente en el lugar adecuado. Sin embargo, sentada
ante una copa en momento de asueto, cuando el silencio calma la charla y la
reflexión aparece desde las sombras, se siente inquieta y vuelve a sus
fantasmas. La palabra desprejuiciada la hace verbalizar el puzzle interior, y
de ese verbo emanado de forma impetuosa aparece la templanza. Orientada en la
experiencia del amor, insegura ante la vida actual, tan incierta y atada. En
ratos muertos el puzzle ordenado se descompone, pensando que si Azul, si Verde…
Y ella sigue tan hermosa, deseada, desafiante y esquiva. Mujer incierta.
Filosofia bien escrita
ResponderEliminarPoco que añadir. Me ha gustado tu comentario: claro, escueto y original. Un saludo.
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