sábado, 11 de febrero de 2012

Espuma y demás

Hoy me he puesto cocinero. Las patatas se han ido haciendo mientras me duchaba. El resto del primer plato, sencillo pero con cariño, estaba listo. Cómo no, en el almuerzo no ha faltado el vino. Ayer me puse a fregar con Mistol. Yo estaba acostumbrado a los dos tapones de fregasuelos, pero mi pasión desmedida por este nuevo procedimiento me ha llevado a llenar el cubo de espuma, vaciarlo dos veces y, aun así dejar el suelo chorreando con jabón, histérico porque era mejor no pisar sobre mojado y aplicarse de nuevo cuando la marea espumosa hubiera bajado. Finalmente, el jabón desapareció del suelo. Como guinda, o guindilla, que no sé yo, hace un par de días bajé rápidamente las escaleras como tantas veces y me dí un golpe contra el murillo elevado que siempre ha habido allí que todavía tiene la gentileza de dejarme un recuerdo cada vez que me miro la calva en el espejo. Estaba bien de peso, pero la báscula me ha hecho convertirme en un ser obsesivo-compulsivo esta mañana al pesarme, pesarme demasiado pesado... y me he subido, bajado, subido... hasta que la he enviado a freír puñetas y me he duchado. Lado amable: he visto un capítulo de los Soprano: ¿Ya era hora, no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario