domingo, 13 de noviembre de 2011

La reina de la fiesta

Era la una y cuarto de la madrugada, de ésta madrugada. No, no estaba en la cama. En pleno sábado,de noche con luces de neón y ambiente hip hop (para mí muy novedoso), mi mirada se posó sobre la pista de baile. Curioseaba: cómo bailan, qué edades tienen, qué aspecto tienen, observar si hay alguna mujer atractiva o elegante, cuando menos interesante. Siempre desde la distancia. Mis ojos se posaron en un bonito vestido de colores culminado en una minifalda muy atrevida. Bailaba deshinibida, completamente atrevida, y no podía evitar revolucionarme. Cuando se dio la vuelta, descubrí en ella a una chiquilla. Sin embargo, a medida que avanzaba la noche, trataba de seducirla uno y luego otro. Cuando, finalmente, creyendo que ya se había ido, me levanté de mi mesa para comprar una botellita de agua que tomara el relevo al whisky apurado, descubrí que seguía allí, rodeada de un enjambre de treintañeros, cual Marilyn de pub. Era la voluptuosidad, el baile atrevido, el vestido ceñido, la llamada del sexo, que movía las hormonas de todo un club que se tendría que quitar de encima para elegir a uno, o quizá simplemente irse a casa con el sentimiento de haber sido adorada, de haber sido la reina de la fiesta.

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