lunes, 21 de noviembre de 2011

Arte

Llego a casa, se ha hecho oscuro, se hace oscuro cada vez más temprano, y caen las primeras gotas de lo que promete ser una lluvia de paraguas y paso rápido. Antes de sentarme a escribir estas palabras, me pregunto sobre qué hablar. Me aparece claro: cine.

En un fin de semana en el que estrenaban un taquillazo seguramente soporífero, tan solo se atrevía a competir una película que busca un espectador totalmente distinto, inquieto, algo más culto. Esas películas eran la enésima secuela de la saga Crepúsculo y, no recuerdo su nombre, la última película de Roman Polanski, con Kate Winslet, Jodie Foster y otro par de actores que juegan a su altura. Parece que escribió el guión nuestro director a cuatro manos junto a Yasmina Reza durante su reclusión ante la posible extradición a EEUU. Con cuatro cosas logran una película que pone a nuestra sociedad en evidencia a la vez que te envía el derecho a la risotada de vez en cuando. Todo para ver que, de la nimiedad, podemos llegar al disparate. Además, se atrevió Polanski a no ceder a una duración convencional del film, sino que dura lo que él creyó que debía durar la historia. Y es que son grandes guionistas, un gran director y grandes actores. De ahí sale el arte.

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