sábado, 24 de septiembre de 2011

Un pájaro durante la comida

Hace un par de días. Un regalo de mediodía soleado. Llegamos al lugar y vemos el aroma a antiguo de la masía en la que más de uno quisiéramos pasar la noche. Caminamos hacia abajo y vemos cómo transcurre lindando un arroyo atravesado por un puente y ante el que todavía hay unas tumbonas para los hospedados que quieran tomar el sol con el rumor del riachuelo. Luego vamos a lo nuestro: pedimos mesa para comer, en la terraza. Los platos no llenan y son una delicia. El momento mágico llega cuando, en medio de la comida, un pajarillo se posa en una mesa contigua vacía. Lo observamos felices. Luego reemprende el vuelo. El agradecido sol del naciente otoño nos ha dado la energía de la luz al aire libre mientras comemos entre el rumor de comensales felices.

Hoy llueve, poco, pero ya tenemos con nosotros esa humedad otoñal, el frescor, el cielo encapotado. Los últimos días han sido de comidas caseras.

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