Paseando por desiertas calles otoñales, haciéndose camino
entre las hojas caídas, fue recomponiendo su alicaído estado de ánimo. Una leve
punzada y ciertas expectativas le habían reconfortado ya un poco. Algo de
reflexión serena y le vino a la mente la cercana Navidad. Perplejo porque la
costumbre le llevaba habitualmente al decaimiento en tales fechas, esta vez su
ánimo se iba agitando al pensar en las reuniones familiares con padres,
hermanos y descendencia varia. Vibraciones de su atmósfera emocional: señales
palpables o premoniciones dotadas de espiritualidad, el caso era que sentía ya
esa morriña por la familia antaño arrinconada. Adiós, se decía, a pensar en su
profesión de pensador del pensar de los demás durante un par de semanas; adiós
a curar las penas del alma con la destreza de un bisturí que no permitiera
agrietar con ellas la propia. Serían, sí, días de placer junto a la chimenea,
escuchando a Mozart mientras tertuliaban con puros y cognac y la jarana de los
chavales muy al fondo. Parecía que, esta vez sí, se acercaba de nuevo la
Navidad. Tomó conciencia, las teclas de su corazón empezaron a resonar con
ritmo vivo… seña de que la melodía del cariño se estaba afinando ya para tan
señaladas fechas.
buen relato, feliz navidad para el escritor
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Te deseo unas felices fiestas a ti también.
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