martes, 16 de junio de 2015

Agua perfumada


Tararea la canción del anuncio mientras deambula por su habitación tras salir de la ducha arropada por una toalla blanca. Se dice a sí misma que todavía es bella como ese agua perfumada que, unas gotas ahora sobre su cuerpo tras dejar el frasco sobre la mesilla… el tapón verde esmeralda por los suelos…, le susurra secretos de longeva juventud. Se acerca a la ventana y retira con mucha discreción un poco de la cortina, una mínima expresión convertida en ranura que le permite ver el luminoso día de la plaza monumental, con sus grandes escaleras renacentistas. Eleva el cuello en una expresión de gozo y deja caer de nuevo la cortina y, de paso, la toalla para encontrarse a solas con ese agua joven que surca su cuerpo y la subida autoestima de una mañana que la eleva a bonito cisne. Se regodea acariciándose los brazos, moviendo los pies con gestos de bailarina y… despertando por fin a una mañana que tiene comprometida la aventura de un corriente paseo de dama de rancio abolengo por su turística ciudad italiana, a juego con el aire cuco de esta mujer que se resiste a perder la belleza, viste ropas delicadas, pendientes a juego con la exquisita gargantilla y sale a la calle embutida en un tacón alto de zapato rojo sin más gafas de sol que sus penetrantes ojos oscuros. 

2 comentarios:

  1. ¡Que bello! Conoces el alma femenina...

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  2. La palabra belleza es algo que, desde mi punto de vista, ha dominado tradicionalmente mejor la mujer que el hombre; así pues, todo un halago que reconozcas tanto a esta como a la propia alma femenina en el texto. Un abrazo.

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