sábado, 21 de enero de 2012

Alimentación

Tras una comida temprana y un paseo con el sol álgido, me pongo a escribir sin un horizonte claro en el tema a tratar. Se me ocurre hablaros de lo siguiente: mucha gente cree que la literatura minoritaria, en general el arte, es aburrida y carente de interés, incluso de valor. Tiene ante sí la zancadilla de la escasa comercialidad debido precisamente a esa falta de público. A mí me gustaría que todas estas obras fueran elevadas y a la vez accesibles. Sin embargo, no es así. Quizá sea porque se necesita un plus de educación para llegar a comprenderla, quizá sea que ciertos artistas pecan de pedantes o enrevesados. Sin ir más lejos, hace poco he visto la película Zodiac. Todo me pareció correcto: trama, profundidad, buenas interpretaciones. Cuando acabé de verla estaba convencido de que había visto una obra que lograba los objetivos del arte y del encuentro con el público. Sin embargo, al poco tiempo, me encontré con un comentario llamativo: "¿Parece una película un poco plana, no?" Plana, lineal. Yo creo que echaba de menos los golpes de efecto o la espectacularidad. De modo que así estoy, debatiéndome entre lo humano y lo divino mientras otros estarán despreocupados viendo series televisivas o cine comercial pero cocinando de maravilla, arte que personaje tan elevado como quien a ratos se pone pedante con vosotros, aquí al teclado, arte que uno domina de forma rutinaria y totalmente recriminable. ¿Es más importante la cocina que el arte? La verdad es que, consideraciones de que la cocina sea un arte o no aparte, yo creo que sí es más importante. Pero cada uno es como es y a mí me alimenta aquél mundo tan peligrosamente intelectualoide o tan maravillosamente sobrecogedor.

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