En su piso, decorado con delicados muebles, hermosura espera
ignorando la palabra pecado. Está relajada, y se envía un guiño a través del
espejo de la entrada cada vez que oye el timbre. Es un ritual. Aprendió
temprano a luchar contracorriente, inteligente y placentera. Recuerda que,
cuando despuntó su adolescencia, reconoció en sí el inicio de la senda hacia
una mujer hermosa. Años de cuidados y experiencias, la condujeron por un camino
que ya estaba en su mente. Vida placentera, dar y recibir. Y ahí se encuentra
hoy día, ya ha llegado su nuevo cliente: se puede considerar una mujer de éxito,
tarifas altas y servicio exclusivo. Sofisticada, celebra una vez más el juego,
muestra sus pecas, acariciada en su cabello pelirrojo. Unos no la pueden ni ver,
oscurantismo de una profesión a veces indigna; otros, la adoran hasta la
irreflexión, algunos la aman en el sosiego. Pero ella vive ya, el esbozo del
pensamiento adolescente convertido en la figura del hedonismo maduro.
Wow Edu! menuda inspiración.
ResponderEliminarLa verdad es que me planté ante la pantalla algo bloqueado y, luego, se destapó el frasco de las esencias. Muchas gracias y un beso, Luisa.
ResponderEliminar