viernes, 29 de junio de 2012

El sol y el agua

El calor sahariano que nos ha invadido cansa de solo moverse. Si uno sale a la calle, se preocupa muy mucho de caminar por las sombras, y aún así puede llegar a su destino con el cuerpo húmedo de sudor. Los litros de líquido fresco consumido se multiplican, uno no hace ascos a un pequeño bombón helado y, eso sí, cuando las largas horas del día van dando paso a una luz débil, aparecen los habituales del footing o aquellos que, como yo, lo practican no solo por el placer que provoca el deporte una vez superada la modorra previa, sino por una ligera necesidad de perder peso. La playa proporciona un fresco chapuzón, o dos o los que quieras el fin de semana, y entre baño y baño te tuestas un poco o lees. El fin de semana pasado no pude evitar escuchar la conversación de una madre y su hija a media toalla de distancia, y recordé lo supérflua, chorra, que puede ser la gente: no solo la niña veinteañera con un pavo todavía notorio hablando como si fuera una madura mujer de treinta años, sino su madre cerca de los cincuenta, perfectamente a la altura de la hija. Más allá una mujer negra y su marido blanco disfrutaban con sus tres peques mulatitos. Quizá los barcos todavía no han tenido oportunidad de limpiar en las costas, pero de momento he tenido la suerte de disfrutar de un agua limpia.
Por cierto, en alguna entrada he comentado la lectura pendiente de Juegos de la Edad Tardía, de Luis Landero. Pues bien, lectura completada. Me gustó mucho, pero exige que el lector se esfuerce por implicarse en la lectura.

viernes, 22 de junio de 2012

Entre el libro y el deporte

Es curioso. Yo creo que todo el que haya querido ejercer de cultureta ha tenido, al menos en su bautismo como tal, recelo ante el deporte, como la liga de fútbol. Yo no soy especialmente apasionado, y no acierto a entender muy bien a la gente que sigue los deportes mediáticos con devoción. Aquella devoción que te hace dejar de lado los paseos, el cine o la lectura.

Sin embargo, me encanta sentirme algo enterado, y sigo tanto los triunfos de Rafa Nadal como los clásicos del fútbol nacional. Veo, digamos, solo los partidos importantes. Retomando el hilo del cultureta y el deporte, me ha sorprendido con el paso del tiempo, comprobar que hay literatos con auténtica pasión por el fútbol, como Javier Marías, que autores ya fallecidos y convertidos en iconos como Albert Camus lo fueron... y llego a la conclusión de que, igual que un espía no tiene por qué parecerse a James Bond y puede estar comiendo un bocadillo de chorizo en su, pongamos por caso, Ourense natal, el escritor también puede ser un personaje la mar de común. Dicho sea esto, aclaro que entre los escritores no faltan raros, como en el fútbol no faltan egos, como nuestro joven y universal Rafa Nadal es un caballero dentro y fuera de la pista... Y como el fenómeno Pep Guardiola es un apasionado de la lectura.

viernes, 15 de junio de 2012

Sensual

Es curioso, llegan los días de sol y la gente se acerca a las playas. Hay quien pronto se dora por un lado y por otro y empieza a oler a chamusquina. Se ven tatuajes escondidos durante las demás estaciones del año y a uno le cuesta más distinguir la extracción social o cultural de la persona que ve, especialmente si tampoco la oye: en bañador, luciendo unos hermosos senos y un cuerpo la mar de decente, crees que su acompañante tiene suerte. Quizá escuches su conversación y te sorprenda comprobar que son muy burdos, rudos. Los ves vestirse de nuevo para abandonar la playa y te cuadra un poco más el estilo que visten y calzan. También es cierto que ese disfrute del cuerpo al natural, en la playa, acompañados de agua y sol permite considerar la semidesnudez o, en las playas nudistas, la desnudez integral como algo normal. Sin embargo, cuando la tarde ya refresca en el corazón de la ciudad o cuando cae el otoño, nos acostumbramos a percibir la sensualidad, que antes se nos regalaba directamente a la vista, a través de prendas que cubren las partes más erógenas. Se sugiere más que se enseña, hay que imaginar, y un sencillo atrevimiento en el vestir se nos hace sensual.

viernes, 8 de junio de 2012

Autores y premios

Ví a principios de semana la entrevista que una cadena pública hacía a Mario Vargas Llosa. Debe ser difícil mostrarse siempre tan educado, y me extraña que den tanta importancia en los medios, quizá sea porque es premio Nobel, a un hombre de la inteligencia. Aquel que muestra como principal atractivo su riqueza intelectual es difícil de digerir en los tiempos que corren. Plomizo, pesado, insulso. Tales cosas se dirían quizá. Yo he encontrado un cierto reflejo de ello en la, única, novela que he leído de él, y su obra más querida: Conversación en La Catedral. Es plomiza y compleja, requiere esfuerzo, implicación en la lectura, por parte de quien se aventura a atravesar sus páginas, pero, al menos por lo que a mí respecta, el esfuerzo era devuelto con frutos. Compañero de generación del recientemente fallecido Carlos Fuentes, ambos autores del Boom hispanoamericano han ido dejando paso a nuevas generaciones que no han logrado alcanzar su nivel a la vez que ellos han logrado mantener su creatividad con un alto nivel de calidad. Prueba de la repercusión que aún tiene Vargas Llosa es la polémica que ha generado su última obra, el breve ensayo La Cultura del Espectáculo, que no he leído aunque sí haya leído sobre el mismo. Por otro lado, ya que estamos con un Nobel, siempre se dijo que, si Vargas Llosa nunca había recibido el Nobel, era porque ya lo había recibido García Márquez en nombre de su generación. Al final se le concedió y oímos estos días la felicidad por la decantación del premio Príncipe de Asturias de las Letras a Philip Roth, autor estadounidense de edad ya avanzada también sobre el que se grita con indignación por qué no se le ha concedido el Nobel.

viernes, 1 de junio de 2012

Noticias

He estado años leyendo el periódico a diario, algo que a mucha gente le parecerá normal. Pero no veía el telediario, y el vacío de las voces y las imágenes fue creciendo hasta el punto de sustituir el periódico por el telediario. Perdía el alimento intelectual que supone la lectura de la prensa escrita, y la libertad de seleccionar la información que más me interesaba, pero ganaba en inmediatez, sentidos y comodidad. Últimamente trato de combinar las dos formas de informarme, y resulta agradable volver a reunirme con el viejo olvidado que fue el periódico. Críticas de cine, de conciertos, de teatro, análisis a fondo de política. Me gusta.

De lo anterior he podido deducir que la escultura llamada Charlize Theron busca nuestro encuentro en una Blancanieves que, ¡oh!, la crítica deja mal. Sin embargo, pensando como un artista puro, diré que la escultura es muy anterior al cine, y que quizá valga la pena ir a ver el espejito para zamparse con la mirada a Charlize. Otra guapa, magnética, frágil e inteligente le pese a quien le pese, Marilyn Monroe, hubiera cumplido estos días 86 años, más o menos la edad de mi abuela. Me quedo con su recuerdo en el celuloide y admito que una relación en la vida real, a lo Elizabeth Taylor en sus últimos años, no hubiera sido viable.