sábado, 31 de marzo de 2012

Popurrí

Mientras encendía el ordenador se oía el trajín de la vecina desde mis cristales abiertos. Lo demás era un tranquilo silencio en un día optimista por soleado. Suenan campanas de una iglesia. El jueves fue una odisea cruzar la ciudad, entre manifestaciones y coches de policía. A mí me parece ridículo el destrozo gratuito, casi lúdico que se produjo. Todavía hoy es fácil ver pintadas: ¿Será una nueva tendencia del graffiti? Hay que volver a compararse con Alemania para ver lo chulos que son los graffitis de Berlín.

En cuanto a la lectura, lento pero seguro, y en versión original. La escritura me quita tiempo para leer, y además tengo cierto bloqueo (la mejor manera para solucionarlo es sentarse y escribir). Por lo que respecta a las pelis, parece que mi naturaleza sigue remando a contracorriente: tengo muchas ganas de ir a ver Cumbres Borrascosas. He visto las dos películas anteriores de la directora, Red Road (me gustó) y Fish Tank (me decepcionó un poco), y creo que con ésta ha dado un paso hacia adelante en un cine un poco más digesto. La crítica del periódico que suelo leer la ha dejado bien, aunque otros hablan de que si ahora la mariposa, luego el rayo de sol y poco más. Quiero verla. ¿Lo haré? Con el trajín, to be or not to be. La que sí he visto ha sido la última que ha dirigido George Clooney, y me ha parecido notable, una peli meritoria con una plantilla de actores excelente. Por lo demás, estoy contento de llevar un digno trecho de novelita escrito (aunque es poquito) y no haberme enredado todavía. Es más, tengo la sensación de que le queda cuerda. Un abrazo a todos, besos, petonets.

viernes, 23 de marzo de 2012

En casa

A uno le cuesta hacerse a la idea. El propio trasiego de la vida cotidiana muchas veces nos parece lo suficientemente duro. Hay mucha gente que ni ve las noticias, y opina por darse cierta autoridad; quien las sigue, puede encontrarlas repetitivas, faltas de autenticidad. Pero hay algo que no se escapa: la tragedia de la vida cotidiana no es ni de lejos lo mismo que las grandes tragedias que nos rodean día a día, bien sea un vagabundo que duerme en cajero de al lado de casa, o sea la guerra civil o la hambruna del tercer mundo. Podemos opinar benévolos y condescendientes, pero no solemos ser conscientes de su realidad. Y luego está la otra cara de autenticidad, y es el morro, la filosofía de chorizo, ladrón, que tiene aquel que ostenta un cargo público: muy acostumbrados nos tienen ya a que aparezcan escándalos de este tipo ¿Y al final? Unos años de cárcel y el dinero en Suiza. Sin embargo, yo al menos, no pido activismos u otras actividades de especial intensidad, sino ser al menos conscientes de nuestra suerte, ser conscientes de la realidad. No ya en lo que parecía la octava potencia mundial sino en un país cuyo progreso desapareció hace ya unos años. Sí, también tenemos la tristeza al lado de casa. O en casa.

viernes, 16 de marzo de 2012

Actitudes

Para mí, un día redondo recientemente ha sido: internet a primera hora, salida hasta mediodía, comida tempranera en alegre compañía, piscina y al tajo dilatando el tiempo que ha dado gusto. Hay gente para todo. Gente que solo necesita un libro y un paseo para el fin de semana; gente que se sume en la mayor introspección laboral para luego explotar en el tiempo libre, gente ya de por sí atareada con sus pequeños o personas que bastante tienen con tirar hacia adelante con los achaques de la edad.
Puedes estar triste y maldecir porque tu situación es muy desalentadora, pero, si sigues escarbando, ves, y no muy lejos, gente corta de miras, superficial o directamente imbécil. También ves a aquellos que llevan la mala pata de una salud diezmada con empaque, voluntad y fuerza. Coincido de vez en cuando desde hace unos meses con una mujer que tiene cierta parálisis, muy visible, y lo lleva hasta con chulería, entrando sin complejos en todo tipo de debates y metiendo caña. Todo ello viene a colación para decir que hay de todo y que, sobre todo, hay que relativizar y ser fuerte: hay días que nos sorprende una grata sonrisa o un rato de felicidad.

sábado, 10 de marzo de 2012

La soledad

A estas horas, mi abuela estará de sobremesa aprendiendo a sobrellevar una etapa de su vida en cierta soledad, ante la ausencia del ser querido. Yo, mucho más joven, pienso en mí, pienso en mi vocación y veo cierta soledad que me da miedo, más de cara al futuro, quizá, que en el presente.
El oficio del intelectual, o del que aspira a serlo, requiere de soledad, y uno, que ya tiene tendencia a ella, se asusta de vez en cuando. Decían del genio de la literatura Franz Kafka que renunció a casarse con la mujer con la mantenía cierto roce porque no tendría tiempo para ella, porque la literatura ocupaba su tiempo. Un reciente ensayo que he leído de Patricia Highsmith habla de las horas y horas que necesita un porfesional de la escritura de soledad ante el teclado. Es cierto que ello, y que asimismo la lectura, absorben y enriquecen, pero es cierto también que se llega a convertir en un ejercicio de ermitaño. Digo esto en una semana en la que mi vida social ha sido bastante completa, pero en la que la reciente muerte de mi abuelo quizá haya dado pie a debates que no habían aflorado tan claramente.
Quizá necesite complemetar mis amistades lectoras y de carne y hueso con salidas en eso tan de hoy que llaman los "singles", algo que a un profundo intelectual le puede parecer superfluo pero que puede ser toda una aventura. Y un beso para mi abuela, a la que quiero tanto.

sábado, 3 de marzo de 2012

Sentido de la realidad

¿Quién es el pecador? Uno cuida su dieta, no escrupulosamente, pero la cuida con cierta seriedad. En cambio, hay días en que te presentan fuentes llenas de comida, que se van vaciando y sustituyendo. Qué gozo, y qué pecado. Hoy ha sido uno de esos días, en una calurosa reunión familiar donde no ha estado ausente el cariño. Ha sido un día tranquilo, de mucho cansancio acumulado para muchos. A mí, la noche me ha acogido para adentrarme en un profundo sueño y tan solo he tenido que pelearme con las sombras cuando me he tenido que hacer la, poco ortodoxa, cama en la que vengo durmiendo. Son tiempos duros para todos, que incluso en días de infortunio dan paso a cierta sonrisa.

Hace tiempo que no os hablo de cine, y es que he visto pocas películas últimamente, más centrado en la lectura o la escritura. Me acuerdo ahora del peinado estiloso de mi prima y su descarado sentido del humor, de mi abuela, cansada y contemplativa, de mi tío o de mi madre, a la que debo tantas cosas. Uno, entre una cosa y otra, ve valora, se crea sus propios juicios de valor y sigue aprendiendo y creciendo en una edad que ya invita a tener cierto sentido de la realidad. Chao.